RECORRIDO
Esta fotografía refleja la multi-personalidad de la ciudad de Sevilla. Gente que se ve a si misma viviendo en un lugar construido y habitado por personajes tan clásicos como Cristobal Colón. Vemos palmeras, maicillo, un canal, una escultura pre-moderna, una pareja, el cielo azul; todo en un mismo lugar.
En la ciudad de Madrid dejé de existir como persona; dejé de comer, de dormir, de pensar, y me dediqué a ser un espectador más. La grandeza de la capital Española me dejó boqui-abierto, claro, siendo la segunda ciudad europea que visité, por lo tanto sin saber que tanto más grande podría ser la infraestructura italiana.
La pequeña ciudad de Segovia me dio un profundo respiro, el cual encontré sólo gracias a su aislada ubicación. Esta pequeña iglesia y las nubes que la coronan representan mi mente y mis pulmones en ese preciso momento. Tranquilidad, y pacifismo.
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Hermosas calles, arquitectura inigualable y cosmopolita. Este es sin embargo uno de los pasajes que más me llamaron la atención, justo a un lado de las ramblas, en Barcelona. Por unos minutos me vi perdido, apreciando por mi cuenta, solo, este bello pasaje. Luego desperté para sacar la foto y ver que soy solo uno, de los miles, que encontraron este mágico lugar.
Al igual que en Segovia, Carcassonne fue un lugar de reposo y tranquilidad. Me vi perdido en un pueblo medieval y volví al pasado. Viaje 500 años atrás. En las faldas del gran castillo encontré estas bancas que, lejos de estar cerca, reflejaban la autonomía con la cual enfrentaba mi viaje.
Llegue a la Riviera Francesa esperando ver todo lo que vi. Un tranquilo y elegante lugar, visto antes sólo en las películas, que me hizo sentir famoso. Me encontraba viviendo un estilo de vida con el que jamás habría soñado. La fotografía se sacó sola.
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Días de playa, días de profundas analogías marítimas. Me pasaba horas sentado frente al agua pensando en mi futuro, en el de quienes me rodean y en el de quienes quiero. El mar tomaba las decisiones por mi, su tranquilidad me daba espacio y tiempo para dar con las respuestas correctas.
Esta es sin duda una muestra de elegancia, de la cual me vi rodeado en Europa. Las mujeres y su pasar seguro de si mismas, era un espectáculo. Además, las pequeñas motos llamadas "Vespa" tan características del antiguo mundo hacen de esta fotografía una muestra precisa de lo que es Europa; una dulce elegancia envidiable sin necesidad de caer en excesos.
Iba caminando por las calles italianas de Firenze (Florencia) luego de ver a una señora durmiendo, tranquilamente, en las faldas de la entrada del domo. Parecía tan normal que nadie se percataba, y pensé verlo reflejado en esta foto. Dos bicicletas comunes y corrientes, viviendo en el mismo lugar y sin embargo una de ellas con dificultades para vivir (andar) y la otra de lo mas bien. Estuvieron así por días, y el dueño jamás se dio la molestia de mandarla a arreglar.
Al ver todas estas casas juntas pensé en Chile y en su futuro. Vi en Europa lo que se ve en mi país, sin embargo sentí que allá el vivir en espacios reducidos y en departamentos antiguos no se veía tan mal como estar en Chile, viviendo en las mismas condiciones. Algo era diferente, algo es.
Seguí mi viaje hasta llegar a Roma, en donde sus gigantescas construcciones me dejaron sin aliento. Esto era Europa, esto era el Antiguo Mundo. Luego de pasar por esta ciudad entendí el por qué del dicho; "Todo pasado fue mejor".
La capital de la mafia. Estuve alrededor de 5 minutos sentado en esta moto, que no me pertenecía, sacándole fotos a la gente al pasar. Estos 5 bastaron para que 3 comerciantes lleguen ofreciendo su mercancía robada. Napoli era sin duda alguna, la más italiana dentro de todas las otras ciudades.
La isla de Prosida me choqueó por su incapacidad de seguir el paso del tiempo. En esta isla parecía ser que nunca hubieran pisado tierra los hombres pos-modernos. Todo era antiguo. Todo estaba viejo, muerto. Lo que me encanto, sin embargo, fue eso mismo. Pensé en la suerte que han de tener quienes nacieron en ella, y viven tranquilos su vida, lejos del estres cosmopolita.
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Me encontré con la plaza de San Marcos y todo lo que vi a mi alrededor era una constante felicidad irradiada por su gente, que eran turistas, sin duda. Las personas sonreían impresionadas por la multitud de palomas que se adueñaban de la plaza, y los niños, con infinito goze, gritaban de felicidad. Fotografie palomas toda la tarde. Pretendí ser niño, y el grito de felicidad se me contagió.
Todo era perfecto, cada esquina y edificio tenía un diseño de los más costosos y de los más a la moda. Milan se imponía por sobre las otras ciudades en cuanto a imagen. Sin embargo, fue todo lo que vi. Una plástica y falsa imagen, nada mas.
Nada como dejar el país el cual rondan los mafioso, para entrar al mundo de su total opuesto, su antónimo, Alemania. Andar sólo ya no era un problema, sino una virtud, un regalo del cielo. Me sentía tranquilo, como estos animales. Por primera vez me quede hasta que el sol se escondiera por completo sin dudar de mi seguridad. Descansé.
Berlin era una mescla de pureza y industria de las mas pacificas. Parecía que desde que el mundo se invento que estos dos iban de la mano. Nunca fue necesario destruir para construir, estos edificios formaban parte del contexto desde siempre, y eran naturales, como los arboles de la selva brasileña. Su gente disfrutaba de trotar y caminar alrededor de la ciudad, mirando sus paisajes. Yo también lo hice.
Finalmente finalize mi viaje con la foto de un ejercito de focos callejeros. París era una ciudad sin duda alguna hermosa, pero sentí sus historias en esos largos caminares y atardeceres, sentí esa melancolía y perdisión. No fui capas de disfrutarla como me lo habia propuesto, pero antes de irme juré visitarla de nuevo. Eso si, la próxima vez, con la mujer de mi vida.
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